Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

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Parménides de Elea

De Ateneo de Córdoba
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Parmenides de Elea.jpg

Parménides de Elea (en griego Παρμενίδης), (nacido entre el 530 a. C. y el 515 a. C.). filósofo griego, nació, de acuerdo con Apolodoro, en la ciudad de Elea, colonia griega del sur de Magna Grecia (Italia). Es considerado por muchos eruditos como el miembro más importante de la escuela eleática, e incluso de todos los Filósofos presocráticos.

Biografía

Procedencia

Nació en Elea, ubicada en Magna Grecia. Diógenes Laercio dice que su padre fue Pires, y que perteneció a una familia rica y noble.[1] También trasmite dos fuentes divergentes en lo que se refiere a su maestro. Una, dependiente de Soción, señala que fue alumno de Jenófanes,[2] sin embargo no le siguió, y que luego se asoció con un pitagórico, Aminias, al que prefirió seguir. Otra tradición, dependiente de Teofrasto, indica que fue discípulo de Anaximandro.[3]

Datación

Fecha de nacimiento

Todas las conjeturas acerca de la fecha de nacimiento de Parménides se basan en dos fuentes antiguas. Una procede de Apolodoro, y nos la trasmite Diógenes Laercio: (A 1) marca la Olimpíada 69ª (entre el 504 a. C. y el 500 a. C.) como momento de madurez, siendo su nacimiento 40 años antes (544 a. C.540 a. C.) La otra es Platón, Parménides 127 a. C. (A 11). Allí Platón compone una situación en la que se reúnen en Atenas Parménides, de unos 75 años, y Sócrates, aún muy joven.

Es conocida la inexactitud de las dataciones provenientes de Apolodoro, que elige la fecha de un suceso histórico para hacerla coincidir con la madurez de un filósofo, madurez que alcanzaban invariablemente a los 40 años. Además intentó hacer coincidir siempre la madurez de un filósofo con el nacimiento de su supuesto discípulo. En este caso Apolodoro, según Burnet, se basa en la fecha de la fundación de Elea (540 a. C.) para ubicar cronológicamente la madurez de Jenófanes y por ende el nacimiento de su supuesto discípulo, Parménides.[4]

Es por eso que Burnet y los filólogos posteriores como Guthrie, Kirk, Raven y Schofield prefirieron basar los cálculos en el diálogo platónico. Según estos últimos, el hecho de que Platón aduzca tantos detalles respecto de las edades en su texto, es un signo de que escribe con precisión cronológica. Dice Platón que Sócrates era muy joven, y se interpreta que esto significa que tenía menos de 20 años. Si se toma como referencia la muerte de Sócrates en 399 a. C., cuando tenía alrededor de 65 años, entonces el encuentro se dio en el 450 a. C. Y si en este encuentro Parménides tenía cerca de 75 años, su nacimiento se produjo alrededor del 515 a. C.[5]

Sin embargo, tanto a Raven como a Schofield –siguiendo al primero- no les parece satisfactoria una datación basada en un diálogo platónico tardío, pero Eggers Lan va más allá. De acuerdo a un estudioso de los diálogos platónicos, R. Hirzel, indica que lo histórico no tiene para Platón ningún valor.[6] El hecho de que se cite el encuentro entre Sócrates y Parménides también en Teet. 183e y Sof. 217c solo indica que se está refiriendo al mismo suceso ficticio, y ello es posible porque se considera tanto al Teeteto como al Sofista posteriores al Parménides. En Sof. 217c se atribuye a Parménides el procedimiento dialógico de Sócrates, lo que confirmaría que esta referencia es al diálogo ficticio.[7] Eggers Lan propone, por su parte, una corrección del dato tradicional de la fundación de Elea. Basado en Herodoto I, 163-167, que indica que los Foceos, luego de derrotar a los cartagineses en batalla naval, fundaron Elea; y añadiendo la referencia de Tucídides I, 13, donde se indica que tal batalla ocurrió en tiempos de Cambises, podemos situar la fundación de Elea entre el 530 a. C. y 522 a. C.. Entonces Parménides no podría haber nacido antes del 530 a. C.. Tampoco después del 520 a. C.. atendiendo a que es anterior a Empédocles.[8] Este último procedimiento de datación tampoco es infalible, porque se ha puesto en duda que el hecho que vincula los pasajes de Herodoto y Tucídides sea el mismo.

Cronología relativa a otros presocráticos

Mas allá de las especulaciones e inexactitudes sobre su fecha de nacimiento, algunos especialistas han vuelto la mirada a ciertos pasajes de su obra para precisar la relación de éste con otros pensadores. Se creyó encontrar en su poema ciertas alusiones polémicas a la doctrina de Anaxímenes y los pitagóricos, (fr. 8, 24 y fr. 4), y también contra Heráclito, (fr. 6, 8 - 9), mientras que Empédocles y Anaxágoras se refieren frecuentemente a Parménides.[10]

La referencia a Heráclito ha sido intensamente debatida. La tesis de Bernays,[11] de que Parménides ataca a Heráclito, a la que adhirieron Diels, Kranz, Gomperz, Burnet y otros, fue discutida por Reinhardt,[12] a quien siguió Jaeger.[13]

A Guthrie le parece sorprendente que Heráclito no hubiera censurado a Parménides si lo hubiese conocido, como hizo con Jenófanes y Pitágoras. Su conclusión, no obstante, no surge de esta consideración, sino que señala que por la importancia de su pensamiento, Parménides parte en dos la historia de la filosofía presocrática, por lo tanto su posición respecto de otros pensadores es fácil de determinar. Y desde este punto de vista, la filosofía de Heráclito le parece pre-parmenídea, mientras que las de Empédocles, Anaxágoras y Demócrito son post-parmenídeas.[14]

Anécdotas

Plutarco, Estrabón y Diógenes Laercio -siguiendo el testimonio de Espeusipo- coinciden en afirmar que Parménides participó en el gobierno de su ciudad, organizándola y dándole un código de leyes admirable.[15]

Platón, en su diálogo Parménides relata que, acompañado de su discípulo Zenón de Elea, visitó Atenas cuando tenía aproximadamente 75 años de edad y que, en tal ocasión, Sócrates, entonces un hombre joven, dialogó con él.[16] Ateneo había notado que, si bien las edades hacen posible (apenas) un diálogo entre Parménides y Sócrates, el que haya sostenido las argumentaciones semejantes a las sostenidas en el diálogo platónico le parece imposible.[17] Sin contar con algunos especialistas que tienen en mucha estima los datos cronológicos provenientes del diálogo platónico, en la actualidad se considera que la visita a Atenas y el encuentro y conversación con Sócrates es ficción. Las alusiones al hecho en otras obras platónicas, solo son referencias al diálogo ficticio y no a un hecho histórico.[18]

Obra

Desde antiguo se considera que Parménides escribió solo una obra,[19] titulada Sobre la naturaleza.[20] Es un poema didáctico escrito en hexámetros. La lengua en la que fue escrito es un artificio en el que se expresó la épica, el dialecto homérico. Del poema se han conservado 160 versos, en 19 fragmentos. Según estimaciones de Diels, estos versos representan alrededor de nueve decimos de la primera parte (la vía de la verdad), mas un décimo de la segunda (la vía de la opinión).

Datación

El verso 24 del fragmento 1 contiene una palabra que ha servido para iniciar especulaciones sobre la datación de la composición del poema. Allí la diosa habla al receptor del mensaje, presuntamente el mismo Parménides, llamándolo koûre, "joven". Se pensó que esta palabra hace referencia a un hombre no mayor de 30 años, y teniendo en cuenta su fecha de nacimiento, podemos ubicar la creación del poema entre el 490 a. C. y el 475 a. C..[22] Pero se ha objetado que la palabra debe ser entendida en su contexto religioso: indica la relación de superioridad de la diosa respecto del hombre que recibe su revelación.[23] Guthrie apoya esta idea, sustentándola con una cita (Aristófanes, Aves 977) en donde el vocablo justamente señala no la edad de un hombre (que por lo demás no es joven), sino su situación respecto del interprete de oráculos por el que está siendo interpelado. Su conclusión es que es imposible decir a que edad Parménides escribió el poema.[24] Eggers Lan, además de citar otro uso de koûre (Il VI, 59) donde la palabra puede aludir no a un hombre de 30 años sino a un adolescente, señala que lo menos probable es que el poema haya sido compuesto inmediatamente después de la experiencia religiosa.[25]

La forma de poema épico didáctico

Mucho se ha dicho de la forma poética de su escrito. Plutarco consideró que solo era una manera de evitar la prosa,[26] y criticó su versificación.[27] Proclo dijo que a pesar de utilizar metáforas y tropos, forzado por la forma poética, su escrito no deja de ser mas parecido a la prosa que a la poesía.,[28] y Simplicio de Cilicia, al cual le debemos la conservación de la mayor parte del texto que nos han llegado, sostiene una opinión semejante: no hay que asombrarse de la aparición de motivos míticos en su escrito, debido a la forma poética que utiliza.[29]

Para Werner Jaeger, la elección de Parménides por la forma de poema épico didáctico es una innovación muy significativa. Involucra, por una parte, el rechazo de la forma de prosa introducida por Anaximandro. Por otra, significa un vínculo con la forma de la Teogonía de Hesíodo. Pero el vinculo no solo afecta la forma, sino también a ciertos elementos del contenido: en la segunda parte del poema de Parménides (B 12 y 13) aparece el Eros cosmogónico de Hesíodo,(Teogonía 120) junto con un gran número de deidades alegóricas como la Guerra, la Discordia , el Deseo (A 37), cuyo origen en la Teogonía no puede ponerse en duda. Sin embargo, hay que notar que el poner estos elementos cosmogónicos en la segunda parte, dedicada al mundo de la apariencia, también involucra el rechazo de esta forma de entender el mundo, forma ajena a la Verdad para Parménides.

Hesíodo había presentado su poema teogónico como una revelación procedente de seres divinos. Había hecho de la invocación a las musas, -ya una convención épica-, el relato de una experiencia personal de iniciación en una misión única, la de revelar el origen de los dioses. Parménides en su poema presenta su pensamiento sobre el Ente uno e inmóvil como una revelación divina, como para derrotar a Hesíodo en su propio juego.[30]

Contenido

Proemio

El poema de Parménides comienza con un proemio de carácter simbólico, del que poseemos 32 versos. Los primeros 30 versos han sido conservados por Sexto Empírico, que nos los ha trasmitido en Adversus Mathematicos VII, 111ss. A la vez, Simplicio de Cilicia trasmite en de Caelo 557, 25ss, los versos 28 al 32. El proemio figura como el primer fragmento en la recopilación de Diels. (28 B 1)

En el proemio, Parménides describe el viaje que hace "el hombre que sabe", un viaje en carro, tirado por un par de yeguas, y conducido por las Helíades.(v. 1-10) El camino por el que es conducido, alejado del camino usual de los mortales, es la ruta de la noche y el día, que está interrumpido por un inmenso portal de piedra, cuya guardiana es Dike. Las hijas del sol la persuaden, y esta abre la puerta para que pase el carro.(v. 11- 21) El hombre es recibido por una diosa, cuyo discurso, que comienza en el verso 24, es el contenido del resto del poema. Esta le indica, en primer término, que no ha sido enviado por un destino funesto, sino por el derecho y la justicia. (v. 26 - 28) En virtud de ello, sigue, es necesario que conozca todas las cosas, tanto "el corazón inconmovible de la verdad persuasiva" como "las opiniones de los mortales", porque, a pesar de que en estas "no hay convicción verdadera", sin embargo han gozado de prestigio. (v. 28-32)

Fue costumbre entre los intérpretes del pensamiento de Parménides dejar parcialmente fuera de consideración esta parte del poema, reduciéndola a una simple concesión al estilo del poema épico-didáctico. La filología reciente, en cambio, le ha prestado la atención que merece.[31]

Análisis de contenido
Las yeguas y el carro

El proemio, lleno de reminiscencias homéricas y hesiódicas, inicia con la descripción de un viaje en carro de dos ruedas (v. 7), jalado por un par de caballos hembra, calificadas de polýphrastoi (v. 4), "atentas" o "conocedoras". La imagen recuerda los divinos corceles de Aquiles, dotados a veces incluso de voz.[32] Píndaro también nos ofrece una imagen similar de bestias de tiro que "conducen" por un "camino puro" o "luminoso" (katharoi) (Olímpicas 6, 22-26).[33] Hay tantos elementos comunes entre las composiciones, que Bowra considera que, o la de Píndaro imita a la de Parménides –es anterior, del 468 a. C.-, o, lo que considera mas probable, que tienen una fuente en común de la que ambos se ven influenciados.[34] Eggers Lan traduce polýphrastoi como "muy conocedoras", porque saben reconocer los signos del camino.[35] Todo parece querer sugerir que el carro va dirigido por poderes superiores, y hay que descartar, como dice Jaeger,[36] la interpretación platonizante de Sexto Empírico, inspirada en el mito del "carro alado" narrado en el Fedro 246 d 3- 248 d, en el cual el carro simboliza el alma humana. Seguramente la composición guarda una relación mas estrecha con el mito de la muerte de Faeton, puesto que tanto él, como las aurigas de este carro parmenídeo, son hijos del Sol, y el camino que se transita es el de la Noche y el Día (v. 11). Se trata del mismo "carro solar".[37]

El camino y el portal

El primer calificativo que recibe el camino del proemio, polýphemon, es de interpretación discutida. Fraenkel,[38] niega que signifique "famoso", y vincula el sentido de phémê a noticia, palabra de significación activa. Por otra parte, el Littel – Scott- Jones, presenta un pasaje de Píndaro, Istmicas VIII, 64, donde la palabra tiene equivalencia semántica con polýphrastos, "famoso". Guthrie piensa que ambas traducciones son posibles.[39] Eggers Lan traduce "abundante en signos", alegando un paralelo con el pasaje de Od. XX, 98-111, donde habría una equivalencia entre phémē, "signo", y sêma, "señal".[40]

En cambio, es seguro que el poema presenta a este camino como "camino de una divinidad" o "diosa" (v. 3) En este mismo verso, hay discrepancias en la lectura de un complemento del verbo pherei, llevar, en 3ª persona. Guthrie[41] y Schofield[42] leen katà pánt 'ástē: "a través de todas las ciudades". Jaeger ya había criticado esta lección,[43] cuando Coxon termina de confirmar que esta lectura no está respaldada por ningún manuscrito.[44] Eggers Lan,[45] traduce "en todo sentido" ateniendose solo a katà pánta.

Este camino conduce desde la "morada de la Noche", hacia la luz (v. 9 – 10) En el v. 11 se dice que el camino es "de la Noche y el Día". Hesíodo había hablado de la "casa de la Noche" en Teogonía 748ss, casa en donde tanto la Noche como el Día habitan, solo que de manera alternada, pues nunca las mansiones acogen a ambos a la vez. La visión antigua de la alternancia de la Noche y el Día se puede caracterizar como un tránsito, que hacen ambos por un mismo camino, pero en posiciones siempre diferentes. El camino de la Noche y del Dia es, por lo tanto, un único camino.[46] La morada de la Noche es ubicada geográficamente, por Hesíodo, en el centro de la tierra, en las inmediaciones del Tártaro. En cambio, Parménides sitúa su escena, presumiblemente por el material de la abertura de las puertas (son "etéreas", v. 13), en el cielo.[47]

Dike

Así como en Homero, (Ilíada V, 749) las puertas del Olimpo están custodiadas por las Horas, hijas de Zeus y Temis, el portal del poema parmenídeo está custodiado por Dike, una de ellas, Representa la sentencia que, atenta a lo sancionado, obra en reparación de una injusticia. Por esto se la adjetiva como polýpoinos, "rica en castigos" o "vengadora" (v. 14). Algunos comentaristas afirmaron que en el poema esta diosa se identifica con Ananké, la Necesidad, que sería la divinidad (daimon) que aparece en el fr. B 12, de la Vía de la opinión, como quien gobierna el universo visible, la mezcla y la alternancia del día y la noche.[48] Las Helíades persuaden, con blandas palabras, a la diosa para que corra el cerrojo, y Dike finalmente abre la puerta.

La expresión Dike polýpoinos está presente en un poema órfico (fr. 158 Diels). Esto, más el hecho de que Dike posee las llaves "de usos alternos", o "de doble uso", amoiboús (v. 14), otro posible elemento ritual, hicieron pensar en una estrecha relación entre Parménides y los cultos órficos, tan abundantes en el sur de Italia.[49] El giro eidóta phōta, "hombre que sabe", contrapuesto a los mortales y su ignorancia, no hace más que reforzar este vínculo (v. Orfeo fr. 223).[50]

Moira, Temis

Una vez que el carro franquea el umbral, el "hombre que sabe" es recibido por una diosa, -cuya identidad no se revela-, con un gesto típico de bienvenida, tomando la mano derecha del que llega con su propia diestra (v. 22 – 23) Inmediatamente, reforzando el sentido del gesto, la diosa dice "alégrate, porque no es una parca funesta la que te envió a recorrer este camino, que está alejado de la huella de los hombres, sino Temis y Dike" (v. 26 – 28) La Parca o Moira (en singular o como coro de tres divinidades, las Moiras) es la divinidad que dispensa el destino para los mortales, pero también puede designar el destino mismo, la "parte" asignada a cada cual. moîra kakê, "parca funesta" es un giro épico (ej. Il XIII, 602) que designa, comúnmente, el destino de la muerte. No es, dice la diosa, este destino el que ha conducido al protagonista por la ruta de la Noche y el Dia: el autor parece contraponer aquí el destino del "hombre que sabe" y el de Faeton, cuyo desastroso periplo en el carro del sol solo tuvo fin con su muerte.[51] "Moira" pertenece al conjunto de divinidades relacionadas con la justicia divina, como Temis y Dike, que son las que han permitido el tránsito de un mortal por las ruta del sol. Temis personifica al derecho consuetudinario,[52] en la épica, es el conjunto de las normas de comportamiento social, no formuladas, pero que ningún mortal puede desconocer. Representa la distinción entre "como debe ser" y "como no debe ser".[53] Aquí significa que el viaje ha sido permitido o aprobado por la divinidad.[54]

La diosa y las Musas

Luego de la recepción, la diosa indica que "es necesario" (con connotaciones también jurídico – religiosas) que conozca todas las cosas, diferenciadas doblemente, según su posibilidad de ser develadas de manera persuasiva o sin persuasión: por un lado, el corazón de la verdad, por otro, las opiniones de los mortales. La lectura del atributo del "corazón de la verdad" presenta diferencia en los manuscritos, algunos especialistas prefieren eukykléos, "bien redonda";[55] comparando esta palabra con la idea del fragmento 5 legado por Proclo, in Parm. I 708, 16: allí dice la diosa, respecto de la verdad, que es lo mismo desde donde comience, puesto que allí regresará: la cadena de sus razonamientos es circular. Otros leen eupeithéos, "persuasiva",[56] lectura tradicional, mejor atestiguada y que parece encajar mejor en el contexto, puesto que luego, por contraposición, se habla de las opiniones de los mortales, donde no hay pístis alēthés, "convicción" o "persuasión" verdadera.

Los versos que indican la razón por la cual es necesario que conozca también las opiniones de los mortales (v. 31 – 32), son de difícil interpretación. Parece indicar que la razón es que lo que es materia de opinión, gozó de reconocimiento, puesto que ha sido todo, o sea, ha sido lo único que los mortales pudieron disponer para conocer.

La mayoría de los especialistas coinciden en mostrar la estrechísima relación entre esta diosa innominada (theá) y las Musas de la épica: Homero la invoca con la misma palabra en el primer verso de la Ilíada: "Canta, diosa…" la divinidad es la que canta, en virtud de que sabe "todas las cosas" (Il II, 485). Las Musas de Hesíodo incluso precisan algo similar a lo dicho por la diosa parmenídea sobre el discurso verdadero y el aparente: "Sabemos decir muchas mentiras con apariencias de verdades; y sabemos, cuando queremos, proclamar la verdad" (Teogonia 27ss).

Interpretaciones

La crítica especializada está de acuerdo en aceptar que el proemio es, de intento, una alegoría, vale decir que para Parménides, el sentido superficial, el relato del viaje, es un medio para expresar un significado profundo, que es el esencial.[58] Está compuesta a partir de una rica simbología, que se nutre principalmente de la tradición épica (tanto Homero como Hesíodo), pero también de la simbología órficas, y de relatos y leyendas de los que se nutre la lírica.

Narra una experiencia de índole místico-religiosa,[59] pero en el carácter de esta experiencia los especialistas no acuerdan. Diels sugirió que el viaje narrado en el proemio guarda cierto parecido al de los chamanes, hombres con el poder de viajar con su alma mientras su cuerpo permanece en cierto éxtasis,[60] y Guthrie lo vincula con una línea de chamanes atestiguada en Grecia, entre los que se contarían figuras semilegendarias como Etálides (Ferécides de Siros fr 8 DK), Aristeas (Heródoto, Historia IV, 13ss), Hermótimo (Plinio el Viejo, N. H. VII 174) y Epiménides (fr. 1 DK). Este último se topó con las diosas Verdad y Justicia, mientras dormía su cuerpo, lo cual se acerca mucho al relato del proemio. Sin embargo tiene ciertas reservas sobre la aplicación del término "chamanismo" referido a las prácticas religiosas griegas.[61] En cambio Schofield declara abiertamente sus dudas al respecto a la existencia de este tipo de experiencias religiosas en Grecia. Jaeger entiende que el prototipo de esta experiencia hay que buscarlo en los misterios y ceremonias de iniciación.

Sea cual fuere el origen de la simbología y la naturaleza de la experiencia religiosa narrada, Parménides utiliza todos estos elementos como recurso para expresar algo completamente nuevo en el mundo griego: la experiencia de un tránsito de la Noche hacia la Luz significa el tránsito de la ignorancia hacia el conocimiento.[64] Sin embargo Schofield indica que esta interpretación, que tuvo origen en Sexto Empírico, es incorrecta, porque el sabio comienza su viaje en una llamarada de luz, como es propio de quien "conoce".[65] Es seguro que la intención del autor es dar a su obra el carácter de una revelación divina, puesto que el contenido es puesto en boca de la diosa, análoga a la musa épica. Y es una revelación no disponible para el común de los hombres.[66] Representa un abandono del mundo de la experiencia cotidiana, en donde la noche y el día alternan, mundo substituido por una vía de conocimiento trascendente.[67] En cambio Jaeger entendió esta vía como una vía de salvaciónde la que Parménides habría escuchado hablar en las religiones de los misterios, vía recta que conduce al conocimiento. Jaeger distingue el sentido de este "camino", hodós, del posterior vocablo methodós, que es también es un camino que conduce a una meta, pero esta es una vía "puramente metódica", por lo tanto vacía, en comparación con la de Parménides.[68] Consecuente con esto, ofrece una nueva enmienda del texto corrompido del v. 3: allí diría que el camino conduce al hombre que sabe no "a través de las ciudades", astē, sino "incólume", asinê, como es propio de un camino de salvación.

El acceso a la verdad no es, sin embargo, merito del "hombre que sabe", puesto que es arrastrado por fuerzas superiores, las yeguas y las Helíades, y su paso por la formidable barrera descrita en el poema es permitido por Dike, su periplo ha tenido desde el principio el favor de Temis. El tránsito es conforme a derecho.

Las vías de la indagación

Proclo conserva, en Timeo I 345, 18-20 dos versos del poema de Parménides, que junto con 6 versos trasmitidos por Simplicio de Cilicia, en Física, 116, 28-32-117, 1, forman el fragmento 2 (28 B 2). Allí la diosa habla de dos vías de indagación que pueden ser pensadas. La primera es nombrada de la siguiente manera: "como es, y también, como no es, no puede ser" (v. 3), la segunda, "como no es, y también, como es necesario, no puede ser" (v. 5). La primera vía es la de la persuasión, que acompaña a la verdad (v.4), mientras que la segunda es completamente inescrutable, puesto que no puede ser conocido o expresado lo que no es (v. 6-8)

Un fragmento (B 3) conservado por Plotino, Enéada V, 1, 8 hace referencia a esto último: lo que tiene que ser pensado es lo mismo que tiene que ser.

En el fragmento B 6, nueve versos conservados por Simplicio, también en su Física, 86, 27-28 y 117, 4-13, sigue hablando de las vías de pensamiento. Los primeros tres versos argumentan en contra de la segunda vía presentada en A 2, 5: Postula que es necesario pensar y decir que "lo que es" es, pues es posible que sea, mientras que es imposible que "nada" sea. Y esta es la razón por la que la diosa aparta al "hombre que sabe" de la segunda vía. Inmediatamente, la diosa habla un tercer camino que debe ser dejado de lado: en el que deambulan los mortales, errantes puesto que son arrastrados por una mente vacilante, que considera que ser y no ser es lo mismo, y a la vez no es lo mismo (v. 4-9). Es la vía de la opinión, presentada ya en A 1, 30.

Otro fragmento (B 7), citado en parte por Platón, Sofista 242 a (los primeros dos versos) y en parte por Sexto Empírico en Adversus Mathematicos VII 111 (los siguientes 5 versos) sigue esta reflexión y la concluyen: no hay manera de probar que es lo que no es (v. 1). Por ello la diosa indica que hay que apartarse de este camino de la indagación, yendo incluso contra la costumbre, que guia a la mirada desatenta y al oído retumbante y a la lengua (v. 2 – 4). En cambio, recomienda seguir su polémica argumentación con el raciocinio (v. 5 – 6). Parte del verso 6, y lo que queda del 7, conectan el tema de las vías de indagación con el fragmento A 8: solo queda el discurso sobre el camino "cómo es".

Problemas de interpretación

Todos los filólogos que se han dedicado al estudio de estos fragmentos han tenido que tomar posición sobre una serie de dificultades que presentan los textos consignados.

El sujeto en el fr. 2, v. 3 y 5

Ha dado que hablar la ausencia de sujeto expreso en el verso 3 y 5 del fragmento 2, justamente aquellas líneas en donde la diosa presenta los caminos opuestos. La oposición de ambos caminos se expresa posteriormente, de manera reducida, como "es o no es" (fr. 8, v. 16). Pero este verbo (ésti, primera persona del singular del verbo "ser") puede tener un valor predicativo ("es [algo]") o existencial ("existe" o "hay"), y esta misma ambivalencia dificulta no solo su traducción, sino la determinación de su sujeto.

Un conjunto de especialistas, siguiendo quizás lo que les pareció el sentido natural del texto, pensaron que el sujeto es "lo que es". Así, por ejemplo, pensaron Diels y Cornford. Parménides estaría así postulando una tautología: "lo que es, es".

A Jaeger le parece que el verdadero objeto de la investigación de Parménides, desde el primer verso, es "lo que es", que es lo mismo que el "Ente", ón (en el jónico de Parménides: eón). Es una expresión de su propio cuño, pero que vino preparada por el plural que usó la filosofía jonia, tà ónta, "las cosas" o lo múltiple que nos es dado.

Frente al avance que estos realizaron, de no partir de las ficciones antiguas para descubrir la constitución del cosmos, sino de lo dado en la experiencia, Parménides da un paso más, y toma en serio las pretensiones de estas "cosas" de ser lo verdadero, y ve que esto no puede ser múltiple ni estar sujeto a la corrupción.

Burnet, por su parte, interpretó lo expresado como la postulación del universo como un plenum, algo lleno, lo que nosotros llamamos "cuerpo": lo incorpóreo no era aún conocido.[73] A Raven esto le parece una conclusión prematura: aquí no hay un sujeto definido, y que si no se conocía lo incorpóreo, de ello no se sigue que parménides esté describiendo un cuerpo.[74] Schofield prefiere mantener la indeterminación inicial del sujeto sostenida por Raven, pero analizando los usos del "es" observa que luego el sujeto es el participio eon, "ente", o "lo real".

Verdenius postuló como sujeto de esta construcción, primero "la totalidad de las cosas", luego revisó su posición y sostuvo que el sujeto era "la verdadera naturaleza de las cosas"[76] Guthrie rechaza tanto la posición de Burnet como la de Verdenius por prematuras. Siguiendo a Owen,[77] ve que la indeterminación del sujeto sostenida por Raven es también deficiente, porque Parménides llega a demostrar muchas características del sujeto del ésti, y este sujeto no se expresa en este fragmento, sino en 6, 1. Una elección prudente oscila entre "lo que es" y "aquello sobre lo que se puede hablar y pensar" (fr. 3), que Parménides considera idénticos. Owen dice que eon (participio presente de ésti, o sea, "ente" o "lo que es") sería una descripción correcta del sujeto, pero vacila en aceptarlo como sujeto porque convierte a la expresión de Parménides en una tautología. Pero Guthrie piensa que esto no es decisivo, y que algo que a nosotros nos parece una trivialidad, es una afirmación necesaria desde el punto de vista histórico: en medio de teorías sobre el cambio o transformación de sustancias en la conformación del cosmos, tal como las que había sostenido la filosofía milesia, él reivindica las implicaciones últimas de aceptar que "lo que es" es.

La posición de Eggers Lan en el comentario a este pasaje es de que Parménides está haciendo uso de una sentencia modal (introducida por el hópōs y el hōs), que no lleva sujeto, y menciona un paralelo en Esquilo, Agamenón 67, cuya traducción puede ser "[las cosas] son como son". Ya que se puede equiparar el ouk ésti (no es, v. 5) con el mē eón ("lo que no es", v. 7), podemos decir que lo correspondiente al ésti, "es" del v. 3 es el eón, "lo que es". Por eso, y sin considerarlo sujeto, en este fragmento se está hablando del eón. Esta palabra no aparece en este fragmento, pero si en el 4, 6 y 8.[79] A menudo se habla del "Ser" de Parménides, pero este traductor prefiere traducir eón como "lo que es", puesto que no es un infinitivo sino un participio presente.

Respecto del valor del "es", Raven dice que el rechazo de Parménides a la vía del "no es" se debe a su propia confusión entre el valor predicativo y el existencial del verbo. Si es correcto decir que una manzana es roja, es igual de correcto decir que no es verde, pero Parménides objeta (erróneamente) que no se puede concebir lo que no existe.[81] Schofield señala contra este, que es también imposible conocer lo que no tiene predicados. Luego de examinar los usos de la forma verbal en el poema, concluye que no se le puede atribuir a Parménides una confusión entre el valor predicativo y el existencial: más bien, en el texto, se conservan ambos valores sin mezclarse.

Sentido del fr. 3

Este fragmento presenta una particularidad gramatical por la que ha sido interpretado, por mucho tiempo, de manera errada. Siguiendo el orden de los vocablos y el sentido literal de cada palabra, podría ser traducido (y entendido) así: "lo mismo es pensar y ser" (tò gàr autò noeîn estín te kaî eînai). Plotino, que cita el texto, cree encontrar en él un apoyo a su idea de la identificación de ser y pensar. Idea fundamental del neoplatonismo que el funda, y también del posterior idealismo.

Pero la opinión de los filólogos coincide en decir que esta interpretación es incorrecta.[83] Esta coincidencia de opiniones no se extiende, sin embargo, a las posibles traducciones. El repaso de algunas de estas puede dar una idea de la dificultad presentada y su posible solución.

Guthrie explica, siguiendo a Zeller y Burnet[84] que aquí, desde el punto de vista morfológico sintáctico, los infinitivos noeîn (pensar) y eînai (ser) conserva su valor originario de dativo. Una traducción literal que propone es: "lo mismo es para ser pensado y para ser", pero la traduce finalmente "Pues lo mismo es lo que puede pensarse y lo que puede ser", asumiendo que es una traducción un tanto inadecuada y que no hay una completa equivalencia de sentido.[85] Schofield traduce "Pues lo mismo es ser pensado y ser".[86] Eggers Lan: "Pues <solo> lo mismo puede ser y pensarse", y vincula su sentido con el del fr. 8, 34-36, donde la diosa postula que no se puede hallar el pensar (noeîn) sin lo que es (eón).

Para Jaeger, el valor semántico del noeîn no es idéntico al usado posteriormente por Platón, que lo contrapone a la percepción sensible. Más bien este es un "percatarse" de un objeto en lo que él es. El noeîn no es realmente noeîn si no conoce lo real.[87] Guthrie añade que la acción del verbo no puede sugerir la imagen de algo no existente. En Homero tiene el sentido similar al de "ver" (Il XV, 422), mas bien es el acto por el cual alguien recibe el significado pleno de una situación (Il III, 396), no mediante un proceso de razonamiento, sino una iluminación súbita. Posteriormente se concibe el noûs como una facultad que no puede ser objeto de error, como luego dirá Aristóteles en Analíticos posteriores 100b5.[88]

Cantidad de vías y su naturaleza

Uno de los tópicos más importantes del poema es el de las "vías" o "caminos". En el proemio aparece mencionado un camino, hodós, al menos dos veces (v. 2 y 27), camino identificado como el recorrido divino o celestial que recorre el Sol. Esta presentación alegórica deja paso, en el fragmento 2, a una caracterización despojada de simbolismo. Allí presenta dos[89] caminos de indagación, dizēsis (v. 2), mutuamente excluyentes: uno debe ser seguido y el otro es inescrutable. En el fragmento 6, sin embargo, aparece un tercer camino del cual hay que apartarse (v. 4ss). La caracterización de estos caminos ha iniciado una discusión sobre la cantidad de caminos presentados y sobre la naturaleza de estos.

Cornford sostuvo que en realidad, en el fragmento 4, la diosa presenta tres vías, pero esto se oculta por el estado fragmentario del texto. Las primeras dos vías son las del "eso que es, es y no puede no ser" y la de "eso que es, no es y no tiene que ser". Ambos son incompatibles, y esta decisión radica en que la cosa pensada "es o no es" (fr. 8). Es necesario tomar el primer camino (él lo llama "de la Verdad"), porque el segundo (el del "No ser") es impensable e innombrable. La tercera vía es la de la creencia de los mortales, basada en la experiencia sensible, vía expuesta en la segunda parte del poema. Cree que "opinión" o "creencia" es una traducción muy estrecha, por eso llama a esta vía, de la "apariencia". Por lo demás, así queda patente que estas tres vías corresponden a las tres regiones distinguidas por Platón en República 447: la de lo existente, que se puede conocer; la de lo no existente, que no se conoce; y una región intermedia que es objeto de opinión.[90]

Werner Jaeger, buscando relacionar constantemente el pensamiento parmenídeo con manifestaciones religiosas, dice que a lo largo de todo el escrito el sentido de "camino" es el de "camino de salvación". Por eso compara esta disyunción de los caminos con las del simbolismo religioso del pitagorismo posterior, que presentaba una vía recta y una vía del error, en el sentido de vías moralmente buena y mala. La elección de una de ellas la hace el hombre en cuanto agente moral. También ofrece como antecedente un pasaje de Trabajos y Días (286ss) donde Hesíodo presenta un camino llano, el de la maldad, y otro empinado, el de la virtud. De cualquier manera, acepta que hay en el poema una transferencia del simbolismo religioso a los procesos intelectuales. En este sentido, frente a las dos vías excluyentes del fragmento 2 (él las llama la del "ser" y la del "no ser"), la tercer vía del fragmento 6 no es un camino diferente, sino una combinación inadmisible de estas dos, que sigue quien no ha reparado en su muta exclusión.[91]

En líneas generales las interpretaciones posteriores siguen este rumbo. Raven Señala que la tercer vía es la de los mortales, que vagan "bicéfalos", díkranoi, porque combinan contrarios, como había notado Simplicio de Cilicia.[92] Schofield argumenta que esta tercera vía no había sido mostrada en el fr. 2, puesto que allí se exponían alternativas coherentes entre las que un investigador debe decidir, mientras que esta es un camino en el que se encuentra cualquiera que no toma esta decisión y no hace uso de sus facultades críticas (fr. 6, 6-7), siguiendo a la vez ambos caminos contradictorios.[93] Para Guthrie hay efectivamente tres vías, la segunda es desechada y la tercera, que surge del uso de los sentidos y del hábito, incluye la creencia en "que las cosas que no son sean" y "que ser y no ser son lo mismo y no lo mismo", (fr. 6, 8).

La propuesta de Eggers Lan es más compleja, puesto que requiere un nuevo ordenamiento del texto considerado. El fragmento 6 es una mezcla de versos de distintos lugares. La continuidad entre el v. 3 y el 4 es ilegítima, y proviene de un añadido conjetural de Hermann Diels al reconstruir el texto desde Simplicio de Cilicia, Fisica 86, 27-28 (B 6, 1-3) y Física 117, 4 – 13 (B 6, 4 – 6), donde se encuentra la cita. Entre estos dos lugares el filólogo añadió eírgo, "te aparto" (palabras de la diosa en el poema), y epágei, "añade" (palabras de Simplicio citando el texto de Parménides), conectando ambos pasajes cuando, en realidad, hay una laguna entre ellos. Esto se nota al comparar otra cita de los mismos versos en Física 78, 2-10, donde están presentes también el v. 6, 3, pero a continuación siguen los primeros versos del fragmento 8. En concreto, Eggers Lan propone llenarla con 7, 1-2. El resultado es un texto en el que desaparece la dificultad del número de vías: solo hay dos, las mencionadas en el fragmento 2: "que es, que no es posible no ser" y "que no es, y que es necesario no ser". La opinión de los mortales no es un tercer camino.[94]

La via de los heraclíteos

El fragmento 6 ha sido interpretado por célebres filólogos como una referencia al pensamiento de Heráclito. Allí se habla de los "bifrontes" (δίκρανοι v. 5), aquellos que creen que "ser y no ser es lo mismo y no lo mismo" (v. 8-9). Esto parece ser una crítica a la doctrina heraclítea de la unidad de los contrarios (22 B 88). El verso 9 "de todas las cosas hay una vía retrógrada" (πἄντων δὲ παλίντροπός ἐστι κέλευθος) , parece apuntar directamente a una idea presente en un fragmento de Heráclito (22 B 60): "el camino hacia arriba y abajo es uno y el mismo"; y a la letra misma de otro fragmento (22 B 51): "(...) armonía de lo que se vuelve hacia atrás" (παλίντροπος ἁρμονίη).[95]

El primero que relacionó estas ideas fue Jakob Bernays,[96] y pronto le siguió Walther Kranz,[97] que consideró tal relación como fundamental para la comprensión de la historia de la filosofía presocrática.

Sin embargo, por la mísma época Karl Reinhardt postula su tesis de la inversión cronológica: Heráclito sería posterior a Parménides, por lo que el pasaje no podría tener por objeto la doctrina de aquel.[98] Werner Jaeger lo siguió en este punto: cree que la crítica de la diosa se dirige a todos los mortales.[99]

Independientemente de la aceptación o el rechazo de la inversión cronológica, Guthrie también se inclina por esta interpretación, pero con importantes matices: la diosa se refiere, efectivamente, a todos los mortales. Sin embargo, Heráclito podría ser excepcionalmente representativo de la "muchedumbre sin juicio", (ἄκριτα φῦλα v. 7), puesto que el error que a estos caracteriza se funda en la confianza en los ojos y los oídos (B 7, 4), y Heráclito prefería lo visible y lo audible (22 B 55). Añade que las afirmaciones heraclíteas "quiere y no quiere" (22 B 32), "al diverger se converge" (22 B 51), "al cambiar se está en reposo" (22 B 84a) "evidencian la quintaesencia de lo que Parménides deplora aquí". A la luz de esta acumulación de pruebas, señala, es que hay que valorar positivamente lo que muchos han visto como la única referencia inequívoca a Heráclito (22 B 51) en el verso 6, 9. "En donde ninguna frase aislada proporciona convicción, puede ser de vital importancia el efecto acumulativo."[100]

Debido a que Eggers Lan ordena el texto de una manera muy particular, distinguiendo el camino de las opiniones de los mortales de este otro, sostiene que esta crítica no puede dirigirse a todos los mortales, y es perfectamente posible que Parménides haya impugnado a Heráclito, que habría tomado el camino según el cual hay cosas que no son.[101]

Los signos de la vía de la verdad, determinaciones de "lo que es"

Simplicio de Cilicia copia de la obra de Parménides un importante fragmento (B 8) en Física 145, 1-28 y 146, 1-24. Allí la diosa describe una serie de signos, que están a lo largo del camino "como es" (v. 1 – 2) Estos son los de inengendrado, indestructible, íntegro, único, inestremecible y perfecto (v. 3 – 4).

Desde el verso 5 al 21 se desarrolla un extenso argumento en contra de la generación y la corrupción. El verso 5 postula que "lo que es" no fue, ni será, puesto que es enteramente "ahora". Por otra parte, si no se puede inteligir o decir sobre "lo que no es", entonces no hay posibilidad de hallar desde dónde se habría generado, ni por qué razón se generaría "antes" o "después", surgiendo de la nada (v. 6 – 10). Es necesario que sea completamente, o que no sea en absoluto, por lo tanto no se puede admitir que de lo que no es surja algo que exista junto con "lo que es" (v. 11 – 12) La generación y la corrupción están prohibidas por la justicia, en virtud de una decisión: es o no es, y ha sido decidido abandonar este último camino por inescrutable, y seguir el primero, único camino verdadero (v. 14 – 18). Tampoco puede el ente, siendo, nacer. Y si nació, no es. Tampoco puede ser si va a llegar a ser. Por lo tanto la generación está extinta, y el perecer no puede conocerse (v. 19 – 21)

A partir del verso 22 y hasta el 25 el poema pasa a tratar sobre la condición de integridad del ente. No se pueden distinguir en él partes, puesto que es uniforme: no se de en él el más y el menos, simplemente está lleno de "lo que es", y se encuentra solo consigo mismo.

La inmovilidad es tratada desde el verso 26 al 33. Esta es primero entendida como tránsito, como generación y corrupción, y en tal sentido ya fueron repelidas por la verdadera convicción (v. 26 – 28).Luego dice que el ente permanece en su lugar, en sí mismo y por si mismo, compelido por la necesidad, que lo sujeta con fuertes lazos (v. 29 – 31). Una razón adicional de su inmovilidad es que de nada carece (v. 32), puesto que careciendo de algo, carecería de todo (v. 33).

El contenido de los versos 34 a 36 está profundamente relacionado con el fragmento 3: postula que lo que hay que inteligir, es aquello por lo que es la intelección: el inteligir mismo (noein) está revelado en el ente; de hecho, no hay nada más que ente.

La Moira mantiene al ente íntegro e inmóvil (v. 37 – 38), esto obliga a pensar que todo cuando los mortales han pensado como verdadero, es solo un entramado de nombres que designan cambios: nacer y perecer, ser y no ser, variar de lugar y de color (v. 39 – 41)

En el verso 42 el discurso se ocupa del predicado de la perfección, deducido de que el ente se atiene al límite. La perfección motiva a Parménides a introducir aquí una metáfora: es semejante a la masa de una esfera bien redondeada, porque toda su superficie equidista del centro (v. 43 – 44). No puede ser menor en algún lugar, porque no hay "no ente" que lo permita, ni hay ente que le permita ser, en alguna parte, más ente que en otra parte. Permaneciendo idéntico a sí mismo, se encuentra cabalmente en sus límites (v. 45 – 49).

Análisis del fragmento 8
El programa (v. 1-4)

Este fragmento entero está dedicado a la via de la verdad. Formalmente, encontramos en él una suerte de programa donde anticipa los signos (σήματα) que se hallan a lo largo del camino que hay que recorrer, una ves que se ha aceptado como única guía la sentencia "cómo es" (ὡς ἔστιν) (v. 1-2). El programa mismo ocupa las líneas 2-4.[102] El primer signo es "inengendrado e indestructible" (ἀγένητον καὶ ἀνώλεθρον), cuyos argumentos expone en los versos 5 al 21. El segundo signo es el de que es "íntegro, único" (οὔλον μουνογενές), cuyas razones se despliegan en los versos 22 al 25, para dejar lugar en los versos 26 al 33 al predicado de "inestremecible" (ἀτρεμές). Hasta aquí el programa se corresponde exáctamente con el desarrollo de los argumentos, sin embargo, en los versos 42 al 49 habla la diosa del predicado de la perfección (τετελεσμένον πάντοθεν), mientras que el programa (v. 2) termina, en la edición de Diels (que sigue el manuscrito de Simplicio), con un inexplicable "sin fin (en el tiempo)" (ἠδ᾽ ἀτέλεστον). Este aserto contradice el verso 5, que indica que "lo que es" es ajeno tanto al pasado como al futuro. Owen, ofrece como solución a esta dificultad la siguiente conjetura: la lectura es un error del copista, seducido por la reiteración de prefijos negativos en el poema (ἀγένητον ... ἀνώλεθρον ... ἀτρεμές) y de la influencia de un "cliché" homérico (Il IV, 26). En realidad debería decir ἠδὲ τελεῖον, "perfecto". Con esta enmienda se logra una completa correspondencia entre el programa y los argumentos.[103] Guthrie se decide, no obstante, por la lectura original (única atestiguada en los manuscritos) y rechaza la enmienda de Owen. Pero solo a condición de entender este "infinito" en un sentido nuevo, diferente del uso homérico del término, que significa justamente "incompleto", "sin terminar" y contradice las ideas presentadas en el poema sobre los atributos de perfección del ente.[104] Raven sigue la lectura de Diels,[105] Pero Schofield sigue la conjetura de Owen.[106] Eggers Lan también sigue, al menos en el sentido, a Owen: traduce el vocablo como "realizado plenamente".[107]

Lo que es es eterno, ingénito e imperecedero (v. 5-21)

El primer signo de que se ocupa la diosa es el relativo a la relación del ente con el tiempo, la generación y la corrupción. En el verso 5 del fragmento 8 afirma que el ente no fué en el pasado ni debe ser en el futuro, sino que es enteramente ahora (νῦν ἔστι ὁμοῦ πᾶν). El pasado y el futuro carecen de sentido para el ente, este es en un perpetuo presente, sin distinción temporal de ninguna clase.[108]

Lo que sigue (v. 6-11) es el argumento en contra del nacimiento o generación de lo que es. Las primeras palabras ("uno", ἕν y "continuo", συνεχές) adelantan el contenido de otro argumento situado más adelante ( sobre la unidad y continuidad, v. 22 - 25) A partir de allí, se pregunta ¿qué génesis le buscarías?. Niega la posiblidad de que "lo que es" surja de "lo que no es", puesto que

  1. no puede pensarse ni decirse "lo que no es" (v. 7 - 9)
  2. no habría necesidad alguna que de "lo que no es" surgiera algo "que es" (v. 9 - 10). Schofield ha interpretado que aquí Parménides "apela al principio de razón suficiente. Supone que todo lo que llega a ser debe contener en sí un principio de desarrollo ("necesidad", χρέος) suficiente que explique su generación. Pero, si algo no existe ¿cómo puede contener un principio semejante?"[109]

El sentido de los versos 12-13 es ambiguo, debido al uso de una pronombre (αὐτό) que puede interpretarse como refiriendose al objeto de que se viene hablando desde hace 9 versos, "lo que es"; o como refiriendose al sujeto de la oración en que aparece: "lo que no es". La primera alternativa fue propuesta por Cornford,[110] , y el sentido final de la frase sería: de "lo que no es" no puede surgir algo llegue a ser junto a "lo que es", o sea, otra cosa además de "lo que es". Esta sentencia tendría el mismo contenido que la del verso 36-37: "nada puede existir aparte de lo que es". Esta interpretación ha sido seguida por Raven,[111] pero rechazada por Guthrie, porque introduce, según él, elementos ajenos al argumento sobre la generación y la corrupción que domina el conjunto de la sección. Él interpreta como sigue: "de lo que no es" no se puede generar más que "lo que no es".[112] En este sentido, sería una de las primeras versiones de la frase Ex nihilo nihil fit, "de la nada nada surge", que además es un axioma aceptado ya por los "filósofos de la naturaleza", como Aristóteles observa (Física 187a34).[113]

A lo largo del fragmento no aparece un argumento directo contra la corrupción, pero se puede deducir de postular como excluyentes al "es" y al "no es" (v. 16), y rechazar al "no es" (v. 17-18): el perecer involucra aceptar que "lo que es" podría "no ser" en el futuro. De la misma manera, la generación implica que "lo que es" no ha sido en el pasado (v. 19-20).[114] Eggers Lan, siguiendo a Szabó,[115] ve aquí el más antiguo testimonio de una demostración indirecta, por reducción al absurdo.[116]

Desde el punto de vista de la historia del pensamiento, realiza Parménides un verdadero logro intelectual al distinguir aquí lo perdurable de lo eterno. Lo perdurable es en el tiempo: es igual ahora que hace miles de años, o en el futuro. Así es como los antiguos pensaron en la perdurabilidad del cosmos o universo físico, distinta de la eternidad de lo que es (Platón, Timeo 38c2, 37e - 38a) Si bien la eternidad fué postulada por los milesios -Anaximandro dijo que su ἄπειρον era inmortal, eterno y sin edad- también habían pensado que sus respectivos principios eran puntos de partida del mundo. Parménides, en cambio, muestra que si se acepta que lo que es es eterno, debe ser uno, y no puede ser principio de un mundo multiforme, de un orden de elementos plurales. Mucho menos de un mundo sometido al devenir, como también Aristóteles expresa como opinión de los antiguos filósofos: "Lo que es no deviene, porque ya es, y nada pudo llegar a ser a partir de lo que no es" (Física 191a30).[117]

Lo que es es uno, continuo y homogéneo (v. 22-25)

En este pasaje debemos ver la negación parmenídea a dos ideas presentes en las cosmogonías y en la fisiología anterior a él: la de gradación de ser y la de vacío. Anaxímenes había hablado de la condensación y rarefacción de su principio (13 A 7), acciones que, además de generar movimiento (que ya ha sido rechazado por Parménides) supone asumir ciertos grados de densidad, pero atenerse estrictmente a "lo que es" impide la intelección de este tipo de diferencias graduales de existencia.[118] Con este argumento se hace imposible la cosmogonía milesia, puesto que para que el cosmos surja del principio, este debe tener alguna desigualdad de textura, falta de cohesión o equilibrio.[119]

También impide diferenciar cosas según su naturaleza, como había pretendido Heráclito. (22 B 1)[120] Pero sobre todo parece rechazar aquí la idea de vacío, que los pitagóricos consideraban como necesaria para separar las unidades, físicas y aritméticas a la vez, de las que estaba compuesto el mundo.[121]

Aparte de estas consideraciones históricas, el pasaje ha generado cierta controversia respecto de la dimensión que Parménides mentaba al referirse a la continuidad. Owen interpretó que esta continuidad del ente se refería exclusivamente al tiempo,[122] Pero Guthrie entiende que el comienzo del pasaje ("ni diferenciable es ..." οὐδε διαρετόν ἐστιν, v. 22) introduce un argumento nuevo e independiente del anterior, y que el predicado de lo homogéneo ("es un todo uniforme" πᾶν ἔστι ὁμοῖον, mismo verso), aún fundado en lo dicho en el verso 11: "es necesario que sea completamente, o que no sea en absoluto", o sea, en una parte del argumento en contra de la generación, tiene una consecuencia ulterior: en el presente continuo de "lo que es", él existe plenamente, y no en diversos grados.[123] Schofield indica que Parménides piensa en una continuidad de lo que es, en cualquier dimensión que ocupe, y esta cita también se refiere a una continuidad temporal.[124] Eggers Lan señala que la continuidad no debe ser entendida ni espacial ni temporalmente, aún cuando Parménides utilizara un léxico con resonancias tempo-espaciales, sino en un sentido metafísico.[125]

Lo que es, es inmóvil y perfecto (v. 26-33 y 37-49)

Nota Guthrie que en este pasaje, Parménides eleva su dicción a solemnidad épica y religiosa. Dos de los finales de los versos están extraidos directamente de Homero (ἀμφὶς ἐέργει, v. 33 = Il. XIII, 706; Μοῖρ᾽ἐπέδησεν, v. 37 = Il. XXII, 5), y da un importante rol a las divinidades Moira y Ananké. Estas diosas son las que mantienen el límite de "lo que es" con lazos, de tal modo que permanezca inmóvil (v. 30 y 37) El uso del vocablo remite a la escena de Héctor que, encadenado a su Destino, ha permanecido fuera de los muros de Troya (Il. XXII, 1-6). La idea de "límite" está asociada a la de lazos o cadenas, tales como aquellos con que fué atado Odiseo por sus compañeros en Od. XII, 179. Estos usos mantienen la idea de una cierta privación de movilidad espacial. Pero no dejan de estar penetrados de una profunda relación con "lo establecido por los dioses". Porque en el poema, uno de los argumentos a favor de la inmovilidad, es el hecho de que "lo que es" no puede ser incompleto, esto sería "ilícito", (οὐκ ἀτελεύτητον τό ἐόν θἔμις εἶναι v. 32). ἀτελεύτητον es usado en Il. I, 527: allí Zeus dice que lo que él asiente "no queda sin cumplir". Esto equivale al "es perfecto" de Parménides (τετελεσμένον ἔσται v. 42).[126]

Mas allá de este vínculo de la inmovilidad con la perfección, Guthrie entiende que la razón de Parménides para sostener la idea de inmovilidad radica en que "lo que es" es contínuo e indiferenciable en partes, lo que le impide trasladarse como un todo o cambiar internamente.[127] Ya Platón había entendido que los eléatas negaban el movimiento porque el Uno carecía de lugar donde pudiera moverse (Teéteto 180 d-e). Pero Kirk y Strokes, habían mostrado que la idea de la ausencia de vacio había sido expresada por primera vez por Meliso de Samos.[128] Eggers Lan sigue la línea interpretativa de estos últimos, se decide abiertamente por una comprensión ontológica y no meramente física de la idea de inmovilidad.[129]

En estos dos atributos de lo que és, tiene un rol fundamental la idea de límite (πεῖρας).El "límite", por lo demás, es uno de los principios fundamentales de los pitagóricos, y encabeza la columna izquierda de su Tabla de los opuestos (58 B 4-5 = Met. 986a23), columna en la que se encontraban también, entre otros, lo Uno, lo Quieto y lo Bueno.[130] Schofield indica que si la noción de límite fuera tomada en su sentido espacial, no se entendería por qué el argumento parte de una concepción que deja de lado la generación y la corrupción. Acepta, con reservas, un sentido metafórico del "límite", que Parménides usa par hablar de "determinación". Lo que es no tiene potencialidad para ser diferente de lo que es, en cualquier respecto.[131]

Las opiniones de los mortales

El final del fragmento 8, corresponde a una caracterización inicial de la vía de la opinión. La diosa indica que con las consideraciones anteriores termina el discurso fidedigno, y comienza un orden engañoso de palabras: el de las opiniones de los mortales (v. 50 - 52). Estos, los mortales, han dado nombres a dos formas, con lo que se han extraviado, porque es lícito solo nombrar una (v. 54). Les asignaron a estas formas propiedades diferentes, y las consideraron opuestas: por una parte al fuego, suave, ligero y homogéneo; por otra, la noche, compacta y pesada (v. 55 – 59). La diosa declara este discurso no ya verdadero, sino de apariencia verosímil, y lo comunica para que, en el orden de las opiniones, tampoco resulte superado el sabio (v. 60 – 61).

A partir de esto, la revelación se vuelve cosmología, rivalizando explícitamente con las especulaciones de la fisiología anterior a Parménides. La cosmología de la vía de la opinión nos ha llegado mucho más fragmentariamente que el contenido de la vía de la verdad. Los fragmentos que pertenecen a esta parte del poema son desde el 9 hasta el 19, de diverso origen, e incluso uno que solo conocemos en una traducción latina (28 B 19).

El fragmento 9 vuelve a mencionar lo que se dijo en el final del fragmento 8 como lo que los mortales han concebido como el fundamento dual del mundo de la apariencia: luz y noche, y dice que todo está lleno de estos opuestos, y que nada pertenece exclusivamente a uno de los dos.

Los fragmentos 10 y 11 son introductorios de la cosmología. Se trata de un conocimiento sobre el éter y sus signos, la obra del sol y de la luna, la naturaleza del cielo, y el origen de estos fenómenos meteorológicos (B 10), pero también de la tierra, la vía láctea y el Olimpo (B 11).

La diosa parmenídea presenta un orden cósmico que es sumamente difícil de reconstruir -en esto se tienen en cuenta aquí el fr. B 12 legado por Simplício en su Física, 39, 14 y 31, 13 y el resumen de Aecio II, 7, 1 = fr. A 37-, debido a lo escaso y oscuro de los fragmentos, como lo reconocen los especialistas.[132] Se postula en el cosmos la existencia de anillos concéntricos, de diversa naturaleza: Aecio dice que unos están compuestos de lo raro y otros de lo denso, y otros compuestos de luz y noche. Esto último puede ser confirmado en el mismo fr. 12, v. 1 – 2, de donde podemos añadir que los anillos más cercanos al centro participaban más de fuego, mientras que los más lejanos al centro estaban más llenos de noche. Ambos pasajes presentan, en medio de este cosmos, una diosa que gobierna todas las cosas, pero sobre todo la mezcla y atracción de los sexos, y el "aborrecible" nacimiento (B 12, 3 – 6). Aecio dice que esta diosa es Dice (Justicia) y Ananké (Necesidad).

También se nos ha trasmitido un fragmento (B 16) y su correspondiente explicación en el de Sensu, 1ss, de Teofrasto (A 46), que trata de la teoría del conocimiento sensible. Teofrasto coloca a Parménides entre los que piensan que la sensación surge por la semejanza. Considera Parménides que todo está compuesto por dos elementos, lo caliente y lo frío, y de esta mezcla, presente en los miembros de los hombres, depende la inteligencia de estos. De hecho, la naturaleza de cada miembro es lo que percibe, lo que este es preponderante. Por ello los cadáveres, que han sido abandonados por el fuego, la luz y el calor, solo pueden percibir lo contrario, el frío y el silencio. Todo lo que existe, concluye, posee cierto conocimiento.

Juicios de la posteridad acerca de Parménides

Platón, por medio de los personajes de sus diálogos, lo llama "el grande" (Sofista 237 a), "padre" (241 d), hace decir a Sócrates que Parménides es "venerable y temible a la vez (...) se me reveló en él una magnífica y muy poco frecuente profundidad de espíritu" (Teeteto 183 e).

Aristóteles reconoce, en la Metafísica y en la Física que Parménides tiene una posición especial dentro de los primeros filósofos, y no le da el nombre de "fisiólogo" -como hace con el resto- puesto que su pensamiento torna imposible el saber acerca de la φυσις.

Hegel dice de él: "Con Parménides comienza el filosofar auténtico; en él hay que ver el ascenso de lo ideal." (Lecciones sobre la historia de la filosofía, en Werke in zwanzig Bände, vol. 18, p.290).

Heidegger ha reconocido la intelección de Parménides como el comienzo de la historia de la metafísica, esto es, el encubrimiento del principio de la metafísica.[133]

El juicio de la posteridad acerca de la importancia de su obra, a pesar de lo variado de las razones, es unánime: Parménides es una figura de primer orden en el panorama de la filosofía griega y de todo el pensamiento occidental.

Bibliografía

Ediciones

  • Hermann Diels y Walther Kranz (ed.), Die Fragmente der Vorsokratiker, 6ª ed. Zurich 1968. (La colección más importante de fuentes de presocráticos. Con traducción al alemán. A partir de su publicación, se empezó a citar por el orden de sus fragmentos. Parménides ocupa el capítulo 28. Los capítulos se dividen en las secciones A –testimonios– y B –fragmentos– y en algunos casos en otras adicionales.)

Comentarios y estudios críticos

  • F. M. Cornford, "Parmenides' Two Ways", en: Classical Quarterly, Vol. 27, No. 2 (Abril 1933), pp. 97-111
  • C. M. Bowra, "The Proem of Parmenides", en: Classical Philology, Vol. 32, Nº 2 (Abril 1937), pp. 97 - 112
  • G. E. L. Owen, "Eleatic Questions", en: Classical Quarterly, Vol. 10, Nº 1, (Mayo 1960), pp. 84 – 102
  • Eggers Lan, Conrado y Juliá, Victoria E. (Introducciones, traducciones y notas): Los filósofos presocráticos, Vol. I, Editorial Gredos: Madrid, 2000 [1ª edición, 4ª impresión]. ISBN 84-249-3511-X.
  • Guthrie, W.K.C., Historia de la Filosofía Griega. Vol. II: La tradición presocrática desde Parménides a Demócrito, Editorial Gredos, Madrid, 1994 [1ª edición, 3ª reimpresión]. ISBN 84-249-1032-X.
  • G. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield. The presocratic philosophers. A critical history with a selection of text. S.L., Cambridge University Press, 1957, 1983. (Tr. española Los filósofos presocráticos. Historia crítica con selección de textos. Traducción de Jesús García Fernández, Madrid, Editorial Gredos, 1970, 2ª edic. 1987 (Biblioteca Hispánica de Filosofía, 63). ISBN 84-249-1249-7)
  • Platón (2003). Diálogos. Obra completa en 9 volúmenes. Volumen V: Parménides. Teeteto. Sofista. Político. Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-1279-6.

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