Ateneo de Córdoba. Calle Rodríguez Sánchez, número 7 (Hermandades del Trabajo).

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Emilio Castelar

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Emilio Castelar y Ripoll (Cádiz, 7 de septiembre de 1832 – San Pedro del Pinatar, Murcia, 25 de mayo de 1899), político y escritor español, fue Presidente del Poder Ejecutivo de la Primera República Española.

La restauración absolutista de Fernando VII obligó a su padre, Manuel Castelar, a exiliarse en Gibraltar durante siete años por haber sido condenado a muerte acusado de afrancesado. A la muerte repentina de su padre, Castelar contaba sólo con siete años y se trasladó a Elda con la familia de su madre. Ya de pequeño, y gracias al influjo de su madre, María Antonia Ripoll,[1] era un lector insaciable, lo que se traducía en un rendimiento escolar muy alto. Se inició en sus estudios de Segunda Enseñanza en el Instituto de Alicante en 1845. Estudió Derecho y Filosofía en la Universidad de Madrid, junto con hombres que serán sus adversarios políticos más tarde como Antonio Cánovas del Castillo, se licenció en Derecho a los veinte años e hizo el doctorado un año más tarde (1853-54), y obtuvo una cátedra de Historia Filosófica y Crítica de España (1857). Durante el tiempo de sus estudios pudo colaborar con la Escuela Normal de Filosofía lo que le permitió ayudar a salvar las penurias de su familia. Al terminar su formación se dedicó de lleno a la lucha política, canalizada a través del periodismo (pasó por varios periódicos como El Tribuno del Pueblo, La Soberanía Nacional y La Discusión hasta fundar el suyo propio en 1864: La Democracia). Su primer discurso lo realizó el 25 de septiembre de 1854 durante un mitin del Partido Democrático en Madrid y desde ese momento, no sólo los asistentes, sino también la prensa madrileña, lo encumbrarían como un orador excepcional y un defensor a ultranza de la libertad y la democracia.

Defendía un republicanismo democrático y liberal, que le enfrentaba a la tendencia más socializante de Pi y Margall. Desde esas posiciones luchó tenazmente contra el régimen de Isabel II, llegando a criticar directamente la conducta de la reina en su artículo «El rasgo» (1865). En represalia por aquel escrito fue cesado de su cátedra de Historia Crítica y Filosófica de España en la Universidad Central de Madrid que ocupaba desde 1857, provocando revueltas estudiantiles y de profesores contra su cese que fueron reprimidas por el gobierno de forma sangrienta en lo que se denominó la «Noche de San Daniel» el 10 de abril de 1865. El gobierno de Narváez dimite y lo sustituye O´Donnell que restituirá la cátedra a Castelar. Más tarde intervino en la frustrada insurrección del Cuartel de San Gil de 1866, y fue condenado a garrote vil pero consiguió huir a Francia en un exilio de dos años.

Archivo:Emilio Castelar Ripoll 1901 Joaquín Sorolla.jpg
Retrato de Emilio Castelar por Joaquín Sorolla (1901)

Participó en la Revolución de 1868 que destronó a Isabel II, pero no consiguió que condujera a la proclamación de la República. Fue diputado en las inmediatas Cortes constituyentes, en las que destacó por su capacidad oratoria, especialmente a raíz de su defensa de la libertad de cultos (1869). Siguió defendiendo la opción republicana dentro y fuera de las Cortes hasta que la abdicación de Amadeo de Saboya provocó la proclamación de la República (1873).

Durante el primer gobierno republicano, presidido por Estanislao Figueras y Moragas, ocupó la cartera de Estado, desde la que adoptó medidas como la eliminación de los títulos nobiliarios o la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. Pero el régimen por el que tanto había luchado se descomponía rápidamente, desgarrado por las disensiones ideológicas entre sus líderes, aislado por la hostilidad de la Iglesia, la nobleza, el ejército y las clases acomodadas, y acosado por la insurrección cantonal, la reanudación de la guerra carlista y el recrudecimiento de la rebelión independentista en Cuba. La Presidencia fue pasando de mano en mano —de Figueras a Pi y Margall en junio y de éste a Salmerón en julio— hasta que en septiembre, las Cortes Constituyentes le nombraron Presidente del Poder Ejecutivo de la República [1].

Para tratar de salvar el régimen disolvió las Cortes, movilizó hombres y recursos y encargó el mando de las operaciones a militares profesionales, aunque de dudosa fidelidad a la República. Cuando se reanudaron las sesiones de Cortes a comienzos de 1874, Castelar presentó su dimisión el 3 de enero tras perder una votación parlamentaria [2]; mientras se votaba el nombramiento del nuevo presidente del poder ejecutivo, que iba siendo favorable a Eduardo Palanca Asensi, el general Pavía dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes. A Castelar se le ofreció formar gobierno, pero éste rechazó; finalmente fue el general Serrano quien aceptó ser presidente del Poder Ejecutivo.

Liquidada así la Primera República, el pronunciamiento de Martínez Campos vino a restablecer la Monarquía proclamando rey a Alfonso XII. Castelar se exilia en París. Tras regresar de un largo viaje, Castelar ingresó en la Real Academia Española y en la de Historia y volvió a la política, encarnando en las Cortes de la Restauración la opción de los republicanos «posibilistas» que aspiraban a democratizar el régimen desde dentro. Cuando en los años noventa se aprobaron las leyes del jurado y del sufragio universal, Castelar se retiró de la vida política, aconsejando a sus partidarios la integración en el Partido Liberal de Sagasta (1893).

Considerado como el más elocuente orador de España, ha sido también uno de los grandes prosistas del siglo XIX. Influido por el Romanticismo, del que también hay huellas en su oratoria, se recuerdan entre sus obras los Recuerdos de Italia, alguna novela como Ernesto, Fra Filipo Lippi y colecciones de artículos, discursos y diversos estudios jurídicos, históricos y de crítica literaria y artística, además de ensayos sobre ideología política.

Ciudad de Castelar

En homenaje a Emilio Castelar existe en Argentina, en la provincia de Buenos Aires, una ciudad con su nombre. En principio el nombre fue dado a la estación de ferrocarril que, posteriormente, dio origen al pueblo, hacia 1913. Fue declarada oficialmente Ciudad de Castelar en 1971, cuando superó los 10.000 habitantes. Pasado el año 2000, superaba los 100.000 habitantes.

Bibliografía

  • Alberola, Ginés de. Emilio Castelar: Memorias de un secretario. Madrid, 1950.
  • Araquistáin, Luis. El pensamiento español contemporáneo. Buenos Aires, 1962.
  • Esteve Ibáñez, Luis. El pensamiento de Emilio Castelar. Universidad de Alicante, 1990. Tesis Doctoral.
  • Llorca, Carmen. Discursos parlamentarios de Castelar. Madrid, 1973.
  • Ramos, Vicente. Historia parlamentaria, política y obrera de la provincia de Alicante. 4 vols. Alicante, 1992.
  • Valero, José Ramón. La palabra política de Emilio Castelar: cuatro discursos y un artículo. Elda, 1984.
  • Vilches, Jorge. "Emilio Castelar. La patria y la república". Madrid, 2001.

Referencias

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